Hace tiempo se solía decir que no podías tratar a tu propia familia con remedios que también intervenían en la parte emocional. Y yo estaba de acuerdo con esa afirmación. Lo que me motivaba a creerla era pensar que hay cosas que no queremos ver de quienes nos rodean, y que podemos estar haciendo un mal diagnóstico.
Todo cambió cuando hace unos meses una amiga que nos ayudaba con una patología de mi hije mayor me hizo una pregunta simple, «¿puedes identificar desde cuando le pasa ésto?, ya que quizás haya un acontecimiento o algo emocional que haya desencadenado la enfermedad.»
Así que me puse a pensar y enseguida me di cuenta del momento exacto en el que comenzó. Entonces seguí investigando en mi interior, conectando con el suyo, y llegué a descifrar lo que sucedía. A partir de aquí todo se fue movilizando en mi vida. Es increíble lo que podemos descifrar si nos lo permitimos.
Poco a poco fui aceptando que, como dice Bei, de Montessorízate-tigriteando, nosotres somos la varita mágica que necesitamos en la crianza de nuestres hijes. Así perdí el miedo a mirar a las emociones que había en mis hijes y que eran para eran mi responsabilidad.
Comencé a trabajar conmigo misma desde otras perspectivas que ya os he ido contando y en las que profundizaré en otros momentos. Ahora lo que quiero contaros es a qué recurrí con respecto a mis hijes de forma práctica cuando decidí que yo podía ocuparme de elles sumando mis propios recursos a los de otros profesionales.
Pude ser más clara con nuestra farmaceútica homeópata y darle así un tratamiento más eficaz. Con mis conocimientos en aromaterapia comencé a elaborar cremas específicas con aceites esenciales. Decidí darles preparados de esencias florales.
Así que cada día intento conectar con su ser esencial, y según lo que me llega, pues me puedo apoyar en el uso del reiki, de la cromoterapia, o de la energía de los animales de poder que se presentan para ayudarnos.
Y, lo que ha sido mi remedio estrella es el de autoconocimiento personal, para poder acompañar a mis hijes de forma armónica.
Aclaro que todo ésto no substituye la atención pediátrica, que debe de ser la primera opción siempre. Podemos recurrir a otras opciones para complementar, nunca para substituír. En mi caso yo además de formación en terapias alternativas tengo formación sanitaria, y mi compañero se está especializando en pediatría, por lo que confío en nuestro criterio en base a lo que hemos estudiado, y en como estudiamos cada posible tratamiento.
Un abrazo y gracias por estar aquí,
Encarna Llor